jueves, 27 de junio de 2013

Capítulo 7. Dreah.

                                          

VIERNES.
El labio ya no me sangraba. Me chupé con la punta de la lengua la herida que me había hecho Theo al darme el puñetazo.
— ¿Te duele? —preguntó Awa inclinándose para mirarlo mejor.
— No. No ha sido nada.
— ¿¡Que no ha sido nada!? —gritó Neithan— Si no te llego a coger, le podrías haber hecho mucho daño —dijo, señalando su brazo.
—Joder Nethan, lo siento. — examiné la marca de mis dientes que aún llevaba grabada. Le mordí cuando me retuvo para que no le pegase otra vez a Theo— Y además empezó ella.
Eso ya lo sé, pero a saber lo que le harías para que te pegase.
—Te lo diría, pero me volvería a pegar, —dije recostando la cabeza sobre las piernas de Prim, que estaba sentada detrás de mí— pero si tú quieres...
—Mejor déjalo, podría escucharte —Nethan miró a un punto que yo no logré ver, al estar tumbada.
— ¿Qué? —pregunté incorporándome. Seguí la dirección de las miradas de todos los que me rodeaban, y alcancé a ver a Theo que se acercaba a nosotros.
— ¿Podría hablar contigo? —preguntó dirigiéndose a mí.
Intercambié miradas con el resto del grupo, que asintió casi imperceptiblemente.
—Imagino que sí —respondí levantándome y sacudiéndome la arena de los vaqueros cortos que llevaba puestos. Me calcé las chanclas, y salí del círculo en el que estaba.
Caminamos en silencio hasta un grupo de palmeras que nos daban sombra.
Me apoyé en un tronco, y con pereza esperé a que comenzase a hablar. Tras un momento de silencio incómodo, le lancé una mirada inquisitiva.
—Mmm... —comenzó Theo. Alcé una ceja— ¿qué tal va tu labio? —preguntó incómoda.
—Igual que tu ceja —respondí tajante.
—Entonces, supongo que bien.
Asentí. Otro momento de silencio.
— ¿Algo más? —pregunté incorporándome del tronco.
—No. Ha sido un placer.
—Igualmente —dije comenzando a caminar.
— ¡Como digas algo te mato! — la oí gritar a mis espaldas.
—Tranquila, —me giré y le guiñé un ojo— tu secreto está a salvo conmigo, pero vigila tus bragas, no vaya a ser que te delaten.
No llegué a oír lo que me respondía, pues aceleré el paso, no me interesaba lo que tuviera que decirme.
— ¿Qué vais a hacer? —pregunté cuando llegué con los demás, y los vi a todos en bañador.
—Vamos a darnos un baño, ¿te apuntas?—preguntó Prim.
—Claro. — comencé a quitarme el pantalón— ¿Y Nethan?
—Ni idea, se fue con Libai después de que te marchases con Theo —dijo Min.
— ¿Libai? —pregunté descolocada.
—Sí, nosotros tampoco tenemos ni idea.
Me quité la camiseta aun pensando en Libai y Nei
than, la dejé caer sobre la arena, y me metí con los demás en el agua. En cuanto entré, Lee y Prim se lanzaron a por mí, y me metieron bajo el agua en un intento de ahogarme, pero en cuanto les pellizqué, se apartaron dejándome salir.
— ¡Dreah! —fue lo primero que oí cuando saqué la cabeza del agua. Miré hacia el lugar de donde venía la voz, y descubrí a Neithan esperándome en la orilla.
— ¿Qué pasa? —pregunté saliendo del agua.
—Ven, tenemos que hablar.
Miré interrogante a los demás, que se encogieron de hombros y nos siguieron con la mirada. En cuanto me acerqué, Neithan me lanzó una toalla, y se agachó a recoger mi ropa y mi tabla.
Vamos.
—Pero, ¿qué pasa? —pregunté negándome a caminar.
—Tú ven conmigo, ahora te lo explico. —arqueé una ceja— Ven — agregó, cogiéndome por la muñeca.
—Vale, vale, ya voy. ¡Suéltame!
Neithan comenzó a caminar, y yo le seguí en silencio mientras me secaba con la toalla.
Llegamos a la zona de los chiringuitos y los vestuarios, y tras haberme puesto la ropa, me guio hasta el almacén que teníamos alquilado los surferos para guardar las tablas y nuestras cosas cuando nos hacía falta. La puerta estaba abierta.
—Entra.
Obedecí con recelo.
—Hola —me saludó Libai nada más entrar. Se apartó y vi a Theo en una esquina con cara de no entender nada.
—Saluda a Theo, no seas maleducada —me dijo Neithan mientras me empujaba hacia ella por la espalda.
Me di la vuelta dispuesta a pegarle, pero él ya estaba fuera con Libai, y tras un golpe sordo, se cerró la puerta. Theo y yo nos miramos espantadas.
— ¡NEITHAN! —grité dirigiéndome a la puerta— ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES?
Theo se unió a mí.
— ¡Libai, abre la puerta! ¡LIBAI!
—Lo siento chicas, —fue el skater quién habló— no podemos.
— ¿¡Como que no puedes!? —chilló Theo.
—Chicas, — dijo Neithan— relajaos, no saldréis de ahí hasta que os llevéis bien.
— ¿¡Que dices, idiota!? ¡ABRE LA PUERTA!
—No, es cosa vuestra.
—Nunca podré llevarme bien con... ésta —dijo Theo.
— ¿Ésta? —pregunté indignada.
— ¿Ah, no? —preguntó Libai a través de la puerta— Pues ya no eres de los skaters.
Theo palideció tanto que sus ojos parecían esmeraldas incrustadas en su rostro.
— ¿Cómo?
—Lo que oyes.
— ¡Neithan! —grité, desesperada.
—Tú lo mismo, —dijo en tono serio— hasta que os llevéis bien, no estás con los surferos.
— ¡No me puedes amenazar con eso!
—Ja, que no, dice.
—Vosotras veréis —dijo Libai— os dejamos.
— ¡Libai! —gritó Theo— Cuando salga de aquí, te mato. Y sabes que cumplo mis promesas.
—Te quiero —dijo Neithan.
— ¡IMBÉCIL! —gritamos las dos.
Y... se fueron. Sin mirar a Theo, me senté pegada a la pared, en una esquina de la amplia habitación, entonces vacía. Theo hizo lo propio en la esquina opuesta.
Pasaron veinte minutos, y ninguna nos habíamos movido de nuestro sitio.
— ¿Siempre sois así? —preguntó Theo rompiendo el silencio.
— ¿Quiénes?
—Neithan y tú.
— ¿Así, cómo?
— ¿Siempre os peleáis?
—Mmm... sí, pero nunca es en serio, lo que pase cuando salgamos, será una excepción.
—Voy a matar a Libai.
— ¿Los enterramos juntos?
Theo hizo un amago de sonreír.
—Vale. Por cierto, ¿tú sabías que se conocían?
—No, ¿se conocen?
—No lo sé, pero no creo que se hayan puesto de acuerdo para esto, y no se conozcan, si no ¿qué les importaría que nos llevemos mal?
—Ni idea.
Se encogió de hombros.
— ¿Nos llevamos mal? —pregunté al cabo de un momento
Es decir, no somos amigas, pero tampoco nos ha dado tiempo, nos hemos pegado hace un rato.
A ver, no me caes mal, pero...
¿Pero?
—Te considero un poquitito – hizo un gesto con la mano – engreída.
Arqueé las cejas.
—Soy engreída porque puedo— dije echándome el pelo hacia atrás. Theo me lanzó una mirada asesina— Es broma, es broma. Es que si no, no sería yo.
—Creo que lo que menos me gusta de ti, es eso de que pareces perfecta desde todos los ángulos. Me resulta exactamente igual a como mi madre siempre ha querido que fuera.
—Ya veo. No puedo cambiar, pero lo tendré en cuenta de todas formas.
—Gracias. ¿Y yo?
— ¿Tú, qué?
— ¿Tienes algo que decir de mí?
—Pues no lo tenía pensado, pero si insistes...
—Mentirosa.
—Vale, vale. Libai
— ¿Libai?
—Estás loca perdida por él.
Theo se colocó bien el gorro de lana que llevaba, incómoda.
—Eso ya me lo habías dicho.
—Ya, lo que quiero decir es que se lo digas.
—No.
— ¿Por qué?
— ¿Por qué sí?
—Pero...
—De surferos.
Era la voz de Neithan que se acercaba a la puerta.
—Que es de skaters —el otro era Libai.
—Que no, te digo que Hurley es una marca de surferos.
—Qué pesado eres, de skaters.
Se escuchó ruido de llaves. Neithan abrió la puerta y aparecieron los dos tras ella.
— ¿Vosotras qué pensáis, chic...? —Theo y yo ya estábamos frente a ellos, y nuestras manos volaron hacia sus caras.


Dreah.