DOMINGO POR LA MAÑANA
—Lo siento.
— ¿Otra vez? Ya te he
dicho que no pasa nada.
— ¿¡NADA!? ¿Le llamas
nada a la cara que se te ha quedado?
Ethan se recolocó la bolsa de guisantes
congelados que nos habían dado en la cocina del club para bajar el hinchazón
que cubría su mejilla derecha.
—No ha sido culpa
tuya.
— ¿No? ¿De quién
entonces?
—De nadie.
Le eché una mirada fulminante tras comer el
trozo de lasaña que estaba pinchado en mi tenedor.
—Ahora me dirás que
fue Savannah. Por cierto, ¿qué quería?
—Buscaba a Caitlin
—dió un sorbo a su Coca-Cola.
— ¿Te duele mucho?
—Que pesada eh… No habré
recibido cientos de golpes así a lo largo de mi vida
— ¿Alguno te había
dejado la cara así?
—No. Pero eso es porque
nadie es tan buena como tú dejando huellas en la cara de la gente. Primero mi
hermana, ahora yo…
Reí sin poder evitarlo.
—Supongo que se me da
bien.
—No te acostumbres
¿eh?
— No me dejes coger una
pelota nunca más.
—Nunca tampoco, pero
por un tiempo me parece bien.
—Soy muy mala ¿verdad?
— Tampoco tanto.
Simplemente nosotros somos demasiado buenos.
Sonreí. Comenzaba a
asustarme lo igual a mí que era.
—Bueno, yo he hecho
baloncesto, ahora te toca a ti probar lo mío.
— ¿Surf?
—Sí.
— ¿Cuándo?
— ¿Esta tarde?
—Mmm… vale. No tengo
nada mejor que hacer.
— ¿Soy tu última
alternativa?
Rió.
—No, no quise decir
eso.
Di un sorbo a mi
Nestea.
—Seguro.
— ¿A las seis?
—Siete. He quedado con
tu hermana.
— ¿Otra vez?
—No voy a pegarle.
Solo va a aprender a hacer surf.
— Pues a las siete
entonces.
***
—No seas muy dura con
ella —me advirtió Neithan cuando divisó al grupo de skaters que se acercaban
hacia nosotros.
— ¿Dura yo? ¿Desde
cuándo?
—No te pases.
—Oye Neith, ¿no
podrías enseñarle tú?
— ¿Y eso?
—Tengo una conversación
pendiente con alguien.
— ¿Con quién? —preguntó
frunciendo el ceño— Bueno, mejor déjalo. No quiero saberlo.
—Pues nada.
Libai y su grupo llegó ante nosotros.
—Buenas tardes —dijo
haciendo relucir sus aparatos.
—Buenas —contesté— ¿Lleváis
todos bañador?
—Yo no lo llevo puesto
—dijo Theo.
—Ven conmigo.
Mientras los demás cogían tablas para meterse
al agua, llevé a Theo a la caseta del material. Ella se puso el bikini, un
conjunto negro que enseñaba justo lo necesario. Puse los ojos en blanco de
manera que ella pudiese verlo, y juntas regresamos con el resto.
—Bueno Theo, a ver qué
tal se te da —dijo Neithan tendiéndole una tabla amarilla.
Theo sonrió a Net, y
no sin antes lanzarme una mirada amenazadora, entró al agua.
Me quedé a solas con
Libai.
— ¿Tú no entras?—reguntó
tras un rato, mirando fijamente al grupo de personas que ya estaban sobre las
olas.
— No. Prefiero esperar
un rato. ¿Y tú?
—No. Ahora no me
apetece.
—Tú ya sabes surfear
¿no?
— Sí. Me enseñó Neithan hace
tiempo.
—Neithan… ¿cómo es que
nunca nos dijisteis que os conocíais?
—Pues no lo sé.
Supongo que nunca lo creímos necesario, entre nosotros siempre hemos sido
inseparables.
—Hombre, tanto como
necesario no, pero así como dato…
—Bueno, ahora ya lo
sabéis.
No conocía mucho a
Libai, por no decir en absoluto, pero lo notaba raro. Algo le pasaba.
—Oye… la otra noche…
— ¿Qué?
— ¿Encontraste a Theo?
—S…sí.
— ¿Y…?
—Nada.
No me había mirado en ningún momento, pero
supuse que había percibido mi mirada inquisitiva, pues se giró para mirarme con
los ojos entrecerrados por el sol. Arqueé una ceja.
—Simplemente le conté
que no había sido yo.
—Te vi con su gorro.
—Sí, bueno, eso
también.
— ¿Pero…?
—Pero… ¿qué?
—Vamos Libai, estás
muy raro.
—No me pasa nada.
Resoplé. Él clavó la
vista en la arena y comenzó a removerla con los pies.
—Antes intenté besarla
—en cuanto lo soltó, su cara dejó ver que se arrepentía.
Supongo que pensaría que porqué le había dicho
aquello a una desconocida. Pero ya lo había dicho.
—Y ella… ¿se apartó?
—No. Digamos que nos
interrumpieron.
— ¿Y de qué te quejas? Inténtalo otra vez.
Abrió la boca como para empezar a hablar, pero
se interrumpió y dirigió la vista al cielo carente de nubes.
—Ahora no puedo ni
mirarla a la cara —confesó. Yo lo miré confusa.
— ¿Por?
— ¿Y si en realidad no
quiere? ¿Y si no quiere hacerme daño y por eso no dice nada?
Ahogué como pude una
carcajada, recordando el motivo de nuestra pelea.
—Lo digo en serio. ¿Y
si pierdo nuestra amistad? No. No puedo arriesgarme a eso.
—No creo que Theo se
lo tomase a mal. Se olvidaría y ya está.
—En el fondo…—se revolvió
el cabello con las manos—, yo también lo creo, pero ¿si sale mal?
— ¿Y si no…?
— ¡DREAH, LIBAI! —gritó
Nethan desde dentro del agua— ¿VENIS?
—VOY —me levanté y
cogí mi tabla. Miré a Libai, y tras guiñarle un ojo discretamente, entré al
agua, dejándolo sentado en la arena con el ceño fruncido y mil dudas en la
mirada.
***
El sol comenzaba a descender en el cielo. Eran
las siete. Los demás ya se habían ido. Yo estaba sentada sobre la tabla, en la
orilla, esperando a que llegase Ethan. Corría un poco de brisa. Me rodeé la
espalda con una toalla y revolví la arena con los pies.
—Hola.
Alcé la mirada y descubrí ante mí a un Ethan
muy sonriente. En ése momento vi su parecido con Theo.
—Hola —comencé a
levantarme, y él me tendió la mano. Me incorporé con su
Ayuda— Gracias.
— ¿Tienes mi tabla?
—Por supuesto. —me
agaché y le tendí una tabla roja con letras blancas— Esta te servirá.
—Muchas gracias.
¿Empezamos?
—Claro.
Ethan clavó su tabla en la arena, y con un
movimiento rápido, se deshizo de la camiseta blanca que llevaba puesta. La dejó
caer junto a mi toalla, que ya no me cubría la espalda. Yo me quité la camiseta
Hurley verde y los pantalones cortos blancos que llevaba. Discretamente, ambos
nos observamos. Él lucía un bañador azul eléctrico por encima de la rodilla,
que resaltaba notablemente las innumerables pecas que cubrían si bien formado
cuerpo. Yo llevaba un simple bikini violeta.
Cogí mi tabla del suelo y me dirigí hacia la
orilla. Ethan no me siguió.
— ¿No me vas a dar la
típica lección fuera del agua? Con posturas y esas cosas.
— ¿Te has subido
alguna vez en una tabla? – pregunté dándome la vuelta para mirarlo.
— No. ¿Por?
—Hay que ir paso a
paso. —expliqué con una sonrisa— Primero vamos a ver si eres capaz de
mantenerte de pie, y después te explico lo que quieras.
—Si tú lo dices… no
debe ser tan difícil.
Sonreí para mis adentros.
—
Tú inténtalo y después hablamos.
Juntos, nos metimos al agua. No estaba muy
fría gracias al sol que había hecho todo el día, y estaba bastante calmado;
solo unas olas muy bajas rompían la quietud de la tarde. Nos adentramos hasta
que el agua me llegó por el pecho.
— A ver, —dije
subiéndome despacio a la tabla para que él pudiese ver mis movimientos— lo
primero es que aprendas a subirte con agilidad. —me quedé de pie sobre la tabla
sin dificultad alguna.
—Lo veo fácil.
Intentó imitar mis movimientos. Gracias a sus
músculos aunque a duras penas, se quedó sentado sobre la tabla. Comenzó el
proceso de incorporarse, y cuando ya casi lo tenía, una pequeña ola
logró desestabilizarlo, y cayó al agua provocando un gran chapoteo.
—¿Ves? — dije cuando
salió del agua.
—Eso era de prueba, no
te preocupes.
Viendo lo que me esperaba, decidí sentarme
sobre la tabla.
Tras casi una hora de intentos, risas y
bromas por mi parte, Ethan por fin consiguió permanecer un rato considerable de
pie en la tabla.
—Creo que por hoy ya
es suficiente. —dije cuando el sol comenzaba a ponerse.
—Yo creo que también.
Esto cansa más que el baloncesto.
Salimos del agua con las tablas bajo el brazo.
La playa está desierta. Nos secamos entre comentarios y más bromas a
cerca de su torpeza y su poco equilibrio.
— ¿A mi hermana le
está costando tanto? – preguntó tras ponerse la camiseta.
— No, ella ya tiene el
equilibrio del skate.
—Le tendré que pedir
que me enseñe.
—Será lo mejor. —caminamos
hasta el paseo en el que termina la playa, y tras dejar las tablas en la
caseta, nos despedimos.
—Hasta la próxima.
— ¿Te arriesgas a una
próxima?´
— Por supuesto.
—Le pediré a Theo tu
número.
—Vale. —nos que damos
parados uno frente al otro sin saber muy bien qué hacer.
Finalmente, optamos
por dos besos.
—Hasta otro día.
—Gracias por todo.
—Te lo debía por lo de
la cara. Por cierto, ¿cómo está?
— ¿No la ves? Igual de
atractiva que siempre.
Arqueó una ceja, pero
sonrió.
—Adiós Ethan.
—Adiós Dreah.
Y cada uno siguió su
camino.
Dreah.