sábado, 1 de febrero de 2014

Capítulo 12. Savannah.


DOMINGO POR LA MAÑANA.


Había dejado el coche en la parte baja del club y entré en las canchas, donde reinaba un gran silencio. Coloqué bien mi bolso en el hombro y al mirar hacia el grupo de personas, divisé a Dreah con el ceño fruncido.
— ¿Buscas algo? —me preguntó la surfera.
—A alguien, más bien —la miré— ¿Has visto a Caitlin?
—No, estábamos jugando —explicó.
— Como sea.
Me puse las gafas de sol al salir de las instalaciones con la mirada de Dreah encima y la de algunos en mi trasero. Bajé las escaleras mientras le enviaba un sms a Cait. En veinte minutos en la cafetería de la esquina.

                                                                               ***
—Fui a buscarte al club y no estabas —bebí de mi cappuccino— ¿Dónde te escondiste, Cait?
—Bueno, —jugó con su pelo, intentando hacerse la interesante— digamos que fui hacerle una visita a mi amigo Harry.
—Oh —comenté. Ya sabía por dónde iban los tiros—. Tuviste guerra anoche, ¿eh? —alcé mis cejas mientras Caitlin reía—. Hablando de anoche, ¿cómo mierda se te ocurre besar a ese chico? ¿Estás loca?
Su cara cambió por completo.
—Oye que yo solo quería probar —rió malvadamente—; además, besa bastante bien.
—Te dije que era intocable —di otro sorbo—.
—Es igual —se escurrió en su asiento—, lo único que hizo fue ir tras esa pordiosera que monta en skate.
— ¿Theodora? —pregunté extrañada.
—Sí, ésa —se incorporó entusiasmada. Sabía que tenía algo entre manos—. Es la hermana pequeña del estrellita del equipo de baloncesto Ethan Hardee, y por lo que me han dicho, Libai y ella están de novios.
— ¿Sabes? Deberías cambiar tus fuentes de cotilleo, porque simplemente son amigos —terminé mi bebida.
— ¿Qué estas hoy? ¿De defensora por la patria? —dijo molesta.
—¿Te importa? —me levanté— Solamente te digo que dejes a ese chico en paz, no es bueno meterse en las relaciones. Si es que la tienen. —dije, dudando.
— Mira quien fue hablar —miró sus uñas como si nada le importara.
—Te recuerdo que no soy yo la que está con el vecino del tercero que a su vez está casado y tiene a su mujer embarazada de seis meses. —la miré— Así que ya sabes, mantén tus pezuñas alejadas de él.
Y salí por la puerta.
En lo que caminaba por la acera hacia el aparcamiento, mi móvil vibró. Llamada entrante, número desconocido.
— ¿Sí? —pregunté con curiosidad.
—Hermosura —al oír su voz, un escalofrío corrió por mi columna. Oliver al habla—, ¿sabes? Tienes un culo muy bonito con esos pantalones.
— ¿Donde coño estás? —miré a mi alrededor mientras aceleraba el paso.
—Oye, no corras mira a ver no te vayas a caer con los tacones —dijo, mientas reía—. Amo ver tu cara de pánico y cabreo al mismo tiempo —noté cómo sonreía al otro lado de la línea.
—Yo amo cuando te mando a la mierda y rompo el cristal de tu coche —colgué.

Guardé mi teléfono, cogí una piedra del suelo y la tiré hacia un R8 negro aparcado al otro lado de la acera. Vi como Oliver salía del coche hecho una furia, y al mirar aquel desastre, puso su mirada en mí. Reí al ver su cara cuando él cruzaba, di unos cuantos pasos hacia atrás, moví mi trasero descaradamente y le mandé un beso volado. Corrí hacia mi deportivo y salí echando leches de ahí.
Lo último que recuerdo del rubio empresario fue como gritaba.

DOMINGO POR LA TARDE, CASA DE LOS KNOWELS.

— ¡Savannah! —dijo mi madre al empezar las escaleras,
—No me grites que estoy aquí —comenté mientras bajaba los tres escalones finales.
— ¿Te importa ir a comprar esto? —me dio un papel amarillo con alimentos escritos— Los necesito para hacer la cena, así que por favor no vengas tarde.
— ¿Por qué tengo que ir yo? —la miré con vagancia.
—No mandaré a Morgan en triciclo —comento con ironía—. Ve y cómpralos —caminó hacia la cocina.
Con tres zanahorias por fin acaba el pedido así que después de una hora metida en aquella pequeña tienda, pague y salí. En uno de los semáforos paré y deje cruzar a una pareja. El chico llevaba un gorro de lana muy parecido a los de Libai, cosa que me recordó a ésa mañana. Con rabia y a la misma vez extrañada por haber salido en defensa de Theo, seguí mi camino a casa. Sabía que Caitlin tenía celos por Theo y estaba más que segura que haría algo por llevarse al chico con ella, así que di media vuelta y aceleré hacia el parque de skaters. La cena podía esperar.




Savannah.

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