martes, 20 de agosto de 2013

Capítulo 8. Cinbelin.





JUEVES POR LA TARDE.

—Becka, bajo la luz del sol que cubre el horizonte en este bello atardecer, estas más bella que nunca, no obstante creo que la luz de la luna te haría a un más hermosa. —dijo Marck mientras le tomaba de la mano y se la besaba.
Todos observamos a Marck atónitos. Era esa clase de chico que ligaría hasta con una piedra, si esta llevara peluca y ropa de chica. Realmente nunca había tenido novia, siempre le daban calabazas y lo más sorprendente, nunca parecía molesto.
—Esto…Marck —comenzó a decir Becka entre risas—, aun no ha empezado a atardecer.
Todos nos reímos, mientras Marck abría los ojos como platos.
-Pues nada, Bec, ya la has cagado.
El entrenamiento había terminado apenas unos minutos, los primeros días no solía ser tan duro, se limitaba a dar toques y a observar a los nuevos jugadores. En el equipo masculino el nivel exigido por su entrenador para entrar era auténticamente alto, por lo cual no había ninguna incorporación nueva. En cambio el nivel de nuestra entrenadora era muy bajo, para así dar más oportunidades a las estudiantes de ingresar, así que se nos unió una chica llamada Cris.
Cris era una chica bastante mona, la conocía de primaria, era esa clase de chicas que lo darían todo por conseguir su sueño, nunca supe que le gustaba el fútbol hasta ese día.
Según termino el entrenamiento el grupo se había reunido en las gradas, para charlas un rato antes de irnos a los vestuarios. Elisa estaba sentada en el césped, junto a Fran y Fragg. En el primer escalón de las gradas Becka y Marck. En el segundo nos encontrábamos Eliot a mi derecha de pie y yo.
— ¡TENGO DOS NOTICIAS!— gritó Elisa observando la pantalla de su móvil atenta.
—Una buena y una mala, ¿no? —preguntó Eliot mientras se dejaba caer sudoroso a mi lado.
—Pues no, listo. Pero si quieres busco una.
—Bueno, bueno dinos de que se tratan. —dijo Becka.
Elisa se levantó del césped, se limpio el uniforme con la mano que tenía libre y luego dijo:
—La buena —miró a Eliot con una sonrisa enigmática—, que me han cambiado de puesto y soy la portera. —todos gritamos y aplaudimos, siempre había deseado ser portera. —La neutra, es que mañana hay una “pelea” entre los surferos y los skaters; me han mandado un WhatsApp para ir a mirar. se encogió de hombros y luego rápidamente añadió: —La mala es que como Eliot no se duche pronto todos moriremos intoxicados por ese aroma que desprende.
—Y que lo digas, Elisa. Me tiene mareada.  —comenté mientras me reía.
—Creo que deberíamos asistir a esa especie de pelea, sería divertido.
—comentó Fran.
—Sí. —dijimos todos a unísono.
—Frente a la pista de los skaters , por favor. Sería genial. —dijo Marck.
Todos asentimos.
Dicho esto cada uno partió a su vestuario correspondiente para darse una ducha y volver a casa.


VIERNES.
Todos nos habíamos reunido frente a la pista de skate como habíamos decidido. Fragg observaba atontado a una chica que cabalgaba sobre una ola con mucho estilo, Dylan que también me había decidido venir, me comentó que la chica se llamaba Prim, ambos compartían clase de pintura hace dos año.
—Fragg se te cae la baba, chico. —dijo Elisa ofreciéndole un pañuelo.
—Está muy buena. —dijo este sin hacerle caso a Elisa.
— ¿Qué dices tío? La rubia con mala leche está mucho mejor y que sea de tan mala hostia enamora. —comentó Fran al cual le llegó una colleja de Becka.
—Idiotas. —Becka, se giró en busca de Marck.
Marck estaba de espaldas a la playa, tenía la vista clavada en los skaters, durante toda la competición no se giro ni tan siquiera para ver los trucos de los surferos.
No supe cómo se formo, pero de repente observe como Theo la skater pelirroja alzaba su mano hacía la mejilla de una muchacha rubia. Cuando decidimos marcharnos Dylan me había dicho el nombre la muchacha: Dreah.
Eliot, Dylan y yo habíamos abandonado todo aquello por distintos motivos: ninguno estaba a gusto viendo como se pelaban y teníamos que partir a un pequeño local de la playa llamado Panteón.
Panteón era una caseta de madera bastante amplia de color verde, decorada con conchas y algas dibujadas a mano por Dylan un par de años más atrás. Las ventanas impecables y amplias con vistas a la playa junto a la buena decoración del interior hacían que comer dentro fuera impresionante. Mientras tanto si decidías comer fuera, en la terraza le decoración de limitaba a un par de sillas y mesas con sombrillas. Era un lugar de buena calidad y barato.
El padre de Eliot, mi jefe y dueño de Panteón era un hombre muy gracioso y con unas manos para la cocina increíble, su comida era para chuparse los dedos.
Una vez dentro los tres saludaos al señor Ross con educación: Eliot ocupo su respectivo puesto detrás de la barra, Dylan se sentó en una mesa con su cuaderno de dibujo, yo me puse mi delantal y cogí una libreta que guarde en el bolsillo trasero de mi vaquero.
Salí a la terraza para poner el cartel de “abierto”  y me encontré una imagen desconcertante: Las chicas de la pelea, Theo y Dreah, sentadas en la misma mesa, una frente a la otra con la mirada apartada.
—Y os quedáis quietitas. —comentó un chico rubio.
—Cierto, tenéis que hablar sobre el tema de pegar a todo Dios. —añadió otro chico.
Ambos sentados en una mesa cercana a la de las chicas. Algo me decía que no estaban allí sentadas por voluntad propia, daba la sensación de que ninguna estaba a gusto en compañía de la otra. Me acerqué temerosa, por si acaso les daba por pegarse otra vez.
— ¿Os tomo nota?—sonreí.
—Yo tomaré un bocadillo de jamón y queso a la plancha, el queso muy fundido y para beber un Nestea de melocotón. —dijo Dreah sin tan si quiera mirarme, tenía la mirada perdida en el mar.
—Para mí una hamburguesa normal y una Coca-Cola.
Una vez apunté todo me acerque hacía los chicos con la intención de apuntar su pedido, pero pronto Neithan, al cual conocía por mi clase de música del año pasado se encargo de hacer que me ahorrara el viaje.
—No vamos a tomar nada, gracias.
Asentí y fui directa a la cocina.
Pronto los pedidos estuvieron listos, para mi sorpresa mientras los depositaba en mesa observe que ambas chicas sonreían y hablaban entre sí, no de esa manera amistosa, más bien como un último remedio.
— ¡Un momento! —Eliot salió del interior del chiringuito y en
un minuto se puso a mi lado. —Este es tu Nestea, Dreah. Ese es de limón.
Quité el otro Nestea y lo deposite en la bandeja.
— ¡Eh, tú eres Theodora! —Eliot miró a la chica pelirroja. —Tú hermano es Ethan, el ligón del instituto y para colmo estrella del equipo de baloncesto. ¿Qué se siente viviendo con él? Tiene que molar. Te compraste una tabla nueva, ¿eh?
—Oye, tío, me estas asustando. —declaró la chica entre risas.
Eliot solía saber un poco sobre todo el mundo, no en gran cantidad, pero si la suficiente para asustar a alguien. Por lo general rara vez se guardaba lo que sabía, era más de compartir.
Agarre a Eliot del brazo y lo arrastre hasta el interior del chiringuito, aún nos quedaba tres largas horas y Savannah aparecía por la puerta.



Cinbelin.

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