lunes, 13 de mayo de 2013

Capítulo 3. Dreah.




MARTES.
Salí del agua con la tabla bajo el brazo, di un par de pasos y la dejé caer sobre la arena blanquecina. Me escurrí el pelo dejando resbalar las gotas de agua salada por mis rizos rubios que bajo el sol parecían blancos, y cuando éstas llegaron al final, precipitaron en la arena, terminando de deslizarse sobre las puntas color azul celeste. Me giré y vi salir del agua a un chico rubio de piel morena, y ojos verdes, arrastrando una tabla de surf que dejó caer junto a la mía.
—Hoy no lo has hecho nada mal —dijo sonriendo.
—Yo nunca lo hago mal —respondí dejando caer el pelo por la espalda —pero tú hoy te la has lucido ¿eh? —dije con una sonrisa mientras movía la cabeza de un lado a otro para que el pelo no me hiciera cosquillas bajo los omóplatos.
— ¡Me he resbalado por tu culpa! —me dijo con una mirada de reproche.
— ¿¡Yo!? —respondí medio indignada medio de broma.
— ¡Sí! —contestó muy seguro —Tú me has distraído.
— ¿Cómo? ¿Mi belleza te distrae? —pregunté divertida.
—No, —dijo soltando una carcajada que dejó ver sus perfectos dientes blancos —tu estupidez.
En ese momento, vimos acercarse corriendo a una chica de pelo negro recogido en una trenza y ojos claros. Llevaba un bikini rosa chillón que contrastaba con su piel bronceada.
—Hola —saludó cuando llegó hasta nosotros— ¿Qué tal ha ido hoy?
—Se ha caído y casi se parte la cabeza con la tabla —dije sonriente.
— ¡Joder, ha sido por su culpa! —dijo Neithan indignado.
No seas así con él, Dreah —dijo Min conciliadora.
—Tranquila, si no lo culpo, es que lo he distraído con mi impresionante belleza.
— ¡Idiota! —dijo él dándome un golpe en el brazo.
—Si no pasa nada, sé que soy demasiado guapa, y tú eres torpe por naturaleza —dije dándole otro golpe en sus abdominales bien formados.
—Bueno…, —Min le cogió la mano a Neithan— ya está, tú eres guapa y tú... bueno, a ti te quiero— dijo dándole un beso.
— ¡Parad! —protesté indignada— Que estáis de un empalagoso...
—Ya lo estarás tú, Dreah, ya lo estarás —dijo Neithan
—Sabes que soy una arisca, nunca seré empalagosa— dije arrugando la nariz.
—A ver, tranquilidad, he venido a buscaros para ir a comer al club, los demás ya están allí —nos cortó Min.
—Por mi vale —dije recogiendo mi tabla de la arena.
—Por mí también —dijo Neithan cogiendo por la cintura a Min.
Los miré mientras se besaban y poniendo los ojos en blanco me encaminé hacia el paseo marítimo que recorría la playa y llegaba hasta el club. Supuse que la arena quemaba por el sol que hacía, pero mis pies se habían acostumbrado y ya no lo notaba. Tenía la piel muy clara, pero sorprendentemente nunca me quemaba a pesar de las horas que pasaba bajo el sol. Llegué al paseo y me acerqué a un arbusto que había en un pequeño jardín, en el que antes Neithan y yo habíamos dejado escondidas nuestra ropa y las chanclas.
Apoyé la tabla en una palmera y una vez más, leí la palabra ''Libertad'' escrita en latín en letras naranjas sobre un fondo azul claro. Escribí esa palabra, porque básicamente era la que me define, era una rebelde, las normas no eran lo mío, y prácticamente, hago lo que me da la gana. Acaricié las letras con las puntas de los dedos y me agaché para coger nuestras cosas. Cogí la ropa y las chanclas de Neithan y se las tiré sin necesidad de darme la vuelta. Él las atrapó al vuelo soltando la mano de Min, que enseguida se la cogió de nuevo. Alcancé mi ropa y tras ponerme el vaquero blanco y corto que tenía, me calcé las chanchas negras y me colgué la camiseta amarilla de manga corta al hombro, dejando así al descubierto la parte de arriba del bikini azul que llevaba puesto, a rayas de distintos tonos que se aclaraban hasta ser blancas por la parte de debajo.
—Vamos pareja —dije cogiendo la tabla apoyada en la palmera.
Caminamos por el paseo hasta que entre risitas de ellos y gestos de exasperación míos, llegamos al club.
Contenta de dejarlos por fin atrás, caminé rápido hacia la mesa en la que se encontraban los demás. Dejé la tabla sobre un muro, y me acerqué hacia ellos.
— ¡Hola! —saludaron todos.
—Hola —respondí desganada.
— ¿Cómo está nuestra Dreah? —preguntó Prim, una chica rubia con el pelo recogido en un perfecto moño.
—Cansada de aquellos dos —dije dejándome caer en una silla de mimbre, al lado de Lee, un chico moreno de pelo rizado y ojos grandes.
—Son unos empalagosos —comentó Awa, una chica bajita, pelirroja y con muchas pecas.
—Dímelo a mí.... —dije poniendo la camiseta en el respaldo de la silla— ¿Habéis pedido ya?
—No, aún no, —contestó Prim— Larry ha ido al baño, y os estábamos esperando.
—Vale, mejor. ¡Nethan! —grité dándome la vuelta— Llama a Liu.
Liu, era el camarero del restaurante del club que siempre nos atendía, tenía nuestra edad, y era el sobrino del dueño del club. A veces, venía a coger olas con nosotros. Sí, éramos todos surfistas.
—Hola chicos —dijo Liu que apareció seguido de Neithan, Min y Larry que había salido del baño— ¿Qué queréis hoy?
—Yo una lasaña y una Coca-Cola —dijo Prim
—Otra lasaña para mí, y una hamburguesa con queso y lechuga para él, y dos Fantas de naranja— dijo Min tras cuchichear con Neithan.
—Nosotros... —dijo Larry mirando a Awa.
—Una pizza cuatro quesos para los dos, Monster para él, y agua para mí —terminó Awa. Awa y Larry, eran una y carne, como hermanos, y nadie sabía cómo, uno sabía lo que estaba pensando el otro.
—Yo espaguetis y agua por favor
dijo Lee.
—Yo... una ensalada de pasta y un Nestea de melocotón —dije por último.
— ¿Y lo de siempre? —preguntó Liu mirándome.
—Y lo de siempre —respondí sonriendo. Liu lo apuntó todo y se fue a la cocina, y al cabo de un rato que nosotros aprovechamos para reprocharles a Min y a Nethan lo empalagosos que estaban, regresó con el plato y las bebidas de Awa y Larry y el de Lee con su agua.
—Ahora os traigo lo demás —dijo volviéndose a marchar.
—Uf, mañana empiezan las clases
comentó Awa mordiendo la pizza.
—Sí, a ver si nos toca a todos juntos —dijo Neithan.
—No creo, somos muchos, —dije arrugando la nariz —pero espero que sí.
—Si no me toca contigo me muero —dijo Min pegándose a Nethan.
— ¡NOOO! —gritamos todos los demás a la vez.
—Sois unos celosos —dijo Min.
—Será eso... —dije inclinándome hacia delante para hacerme una coleta. En ese momento, apareció Liu con mi ensalada de pasta, mi Nestea y lo de siempre; un sándwich con doble de queso que se salía del plato —Gracias – dije feliz cogiendo los platos.
—Cualquier día, vas a reventar —dijo Lee jugando con una mecha rubia y azul que caía de mi coleta.
—Siempre como lo mismo, y sigo estando igual de buena —respondí quitándole el pelo de la mano.
—Qué suerte tienes —comentó Awa.
—Ni que tú estuvieras mal, chica —dije metiéndome ensalada en la boca.
Sirvieron al resto, y comimos entre risas y bromas, y cuando acabamos todos, quedamos para vernos mañana en el parque de delate del instituto.
Hasta mañana —me despedí levantándome tras haber pagado. Me puse la camiseta, y tras coger la tabla, me encaminé a casa.
Llegué a las escaleras de mi casa color naranja salmón, y tras subirlas, me saqué las llaves del bolsillo y las introduje en la cerradura. Entré, dejé la tabla en la pared, junto a la puerta, y tras un “¡Ya estoy en casa!”, subí por las escaleras al piso de arriba donde estaba mi habitación. Cuando estaba en el último escalón, oí unos pasos que se dirigían hacia mí.
—Hola, Dreah - me saludó mi hermano pequeño, un chico rubio de trece años, bastante guapo, de ojos entre azules y grises como los míos, y piel también clara—Mamá te busca.
— ¿Ah, sí?, qué sorpresa — dije sonriendo irónica.
—Está enfadada por lo de ayer y por irte sin decir nada esta mañana.
—Lo llevo haciendo todo el verano, lo raro es que no se acostumbre.
—Gracias por lo de ayer.
— ¿Te lo pasaste bien?
—Sí —contestó con una sonrisilla que daba que pensar.
—Me alegro —dije sonriendo — cuando quieras volver a salir de casa, me avisas. Si es por papá y mamá no ves la luz del sol —dije haciendo un amago de abrazarle.
—Dreah, yo sé que me quieres y tal... pero contacto físico el justo —dijo zafándose de mí.
—Eres clavado a mí —dije soltando una carcajada.
—Ya, ya...  —murmuró mientras entraba a su habitación.
Me encaminé hacia mi habitación, pero cuando iba a entrar, escuché un “¡Dreah!” que venía del dormitorio de mis padres. Me acerqué y abrí la puerta; mi madre estaba sentada en la cama leyendo una revista.
— ¿Dónde estabas? —comenzó a interrogar mi madre.
—En la playa con Nethan —respondí apoyándome en el marco de la puerta.
— ¿Dónde has comido?
—En el club con los chicos.
— ¿Porque no me has avisado? —preguntó cerrando la revista.
—Mamá, siempre hago lo mismo, no te preocupes.
—No me preocupo, pero podrías avisarme.
— ¿Algo más? —pregunté incorporándome.
— ¿Y lo de Alex?
—Mamá, ya no es un crío, lo ayudé a salir porque tú nunca lo dejas. Además, soy su hermana mayor, algo tendré que hacer ¿no?
—Sé que es tu hermano, pero podría haberle pasado algo —dijo frunciendo el ceño.
—Te repito que ya no es un niño, déjalo vivir.
Sin una palabra más, salí y cerré la puerta. Resoplé, y entré en mi cuarto cerrando la puerta tras de mí. Los rayos de sol, bañaban mi cama amortiguados por una cortina blanca. Me dejé caer sobre un puf azul eléctrico, no sin antes haber cogido el iPod, y con Simple Plan sonando en mis oídos, observé los diversos posters que decoraban mi pared verde crema. Olas de cinco metros surcando las aguas de playas paradisíacas, una tabla partida revolcándose entre la espuma o yo en la playa dentro de una ola.
Así pasé toda la tarde después de ducharme, tirada en cualquier sitio, rodeada de buena música.

MIÉRCOLES.

Me desperté con las pestañas enredadas, me desperecé y pestañeé un par de veces para desenredarlas. Me levanté y tras coger ropa interior, un vaquero largo blanco, una camiseta morada con letras azules y unas All Star amarillas, me metí a la ducha del cuarto de baño de mi habitación. Me recogí el pelo en una coleta alta para no mojármelo ya que me lo había lavado el día anterior. Me desnudé y me metí en la ducha, abrí, y un chorro de agua fría me cayó por el cuerpo terminando de despertarme. Me enjaboné con gel de moras, y cuando me aclaré, salí de la ducha envuelta en una toalla rosa palo. Me vestí, y me hice coleta, dejando por fuera el flequillo rubio que después me planché en un momento. Salí del baño y saqué del armario una mochila blanca a rayas azules, amarillas y rosas. Me deslicé hasta el escritorio que estaba situado en una esquina, junto a un pequeño balcón-mirador acristalado que debajo tenía un banquito con diversos cojines en tonos rosas y rojos, y cogí la cartera, una libreta y un pequeño estuche. Sabía que el primer día de curso, siempre había un partido de baloncesto inicial al que hay que acudir, pero nunca se sabía. Me senté en la cama, cogí un puñado de pulseras de hilo de todos los colores que siempre llevaba puestas, y me las embutí en la muñeca. Me eché la mochila al hombro, y tras perfumarme con manzana, salí por la puerta y bajé las escaleras hacia la cocina. Allí, encontré a mi padre y a mi hermano, a los que di los buenos días tras darle una mordida a un plátano, que después acompañé con un vaso de leche. Me despedí de mi padre, y di a mi madre un grito para decirle que me marchaba con Alex.
Bajamos las escaleras, y juntos, nos encaminamos hacia el instituto.
—He quedado con los chicos en el parque —dije mientras caminaba con aire despreocupado.
—Bien, yo he quedado con Lily ante la puerta para ver el partido.
— ¿Lily? ¿Aún sigues saliendo con ella? —pregunté mirándolo.
—Sí, ¿qué pasa?
—No, nada, si es muy mona. A veces veo a su hermano en la playa con su grupo. Es bastante bueno —comenté mientras llegábamos al parque— Bueno, adiós Al —dije dirigiéndome hacia donde estaban Awa y Lee esperándome.
—Adiós Dreah, nos vemos en casa.
—Al, no sé si comeré en casa, díselo a mamá por favor.
—Un día de éstos, te va a dar en adopción —dijo divertido.
— ¡Ya quisiera yo! Adiós Al.
— Adiós —dijo doblando una esquina.
Me acerqué a Awa y a Lee a los que saludé chocando el puño.
—Prim me ha llamado y dice que está con los demás en las gradas —dijo Awa.
—Vale, vamos.
Llegamos a la puerta del instituto y nos encaminamos por los pasillos abarrotados de gente hacia la cancha. Entramos y busqué con la mirada a los chicos entre el mar de gente que había en las gradas. Por fin vi a Prim de pie haciéndonos gestos.
—Ahí están —les indiqué a los demás.
Subimos los escalones de la grada hasta que llegué junto a Prim que llevaba su larguísimo pelo suelto, enganchado tras las orejas, unas All Star blancas de caña alta, y un vestido blanco también blanco de tirantes, que le llegaba por encima de las rodillas. La saludé con un abrazo cortito, y me senté a su lado tras haber chocado el puño con Min, que estaba sentada sobre las rodillas de Neithan, al que también se lo choqué, y a Larry.
Comenzó el partido. Las animadoras, que no me caían nada bien, se pusieron a lo suyo, y las gradas se levantaban cada vez que nuestro equipo marcaba, y yo con ellas. Al cabo de unos minutos de partido, vi entrar a una chica pelirroja con un gorro en la cabeza y una tabla de skate bastante chula bajo el brazo. Se llamaba Theo. La seguí con la mirada, como casi toda la grada, y vi que se sentaba con el grupo de skaters con los que siempre iba. La seguí mirando cuando se sentó, y no pude evitar una sonrisa cuando en un movimiento de su cabeza, me di cuenta de que se había hecho mechas. Se había teñido las puntas de verde, y le quedaban francamente bien. Nunca había hablado con ella, pero Theo y su panda, me inspiraban buen humor.
En ese momento, un murmullo colectivo, me distrajo de mis pensamientos. Me giré siguiendo la mirada de Prim y la vi. Vi a Savannah, la chica de la que todo el mundo hablaba desde que llegó al instituto. Caminó con aire resuelto hacia una esquina de la grada. No sabía si tenía amigas, pero yo no había visto a ninguna. Decían que era una puta, pero yo no lo creía, más bien era una puta de boca.


Dreah.

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